
Las deportistas españolas compiten con las mejores del mundo, ganan y tienen reconocimiento de los medios de comunicación, la sociedad y los patrocinadores, que conscientes de sus esfuerzos y éxitos ayudan a impulsar ligas propias y carreras deportivas. Las becas para las deportistas olímpicas son igualitarias, hay programas públicos para impulsar el deporte hecho por mujeres, y la máxima responsable del deporte español es por primera vez una mujer pese a que ellas siguen siendo minoría en las directivas de federaciones y organismos.
Entonces, ¿dónde reside el mayor problema de la presencia y continuidad de la mujer en el deporte? La ley del deporte no las reconoce como profesionales y sufren las mismas dificultades que cualquier mujer: brecha salarial, despidos injustos cuando se quedan embarazadas, premios diferentes…
Apostemos por reivindicar igualdad de oportunidades empezando por lo más básico que dignifica a las personas, como exigir contratos profesionales, más recursos y subvenciones y las mismas cuotas de pantalla que los deportistas, y la igualdad en la dirección de los organismos deportivos (federaciones, árbitros, y hasta periodistas).