
La autorregulación puede ser la clave para no perpetuar estereotipos sexistas a través de la publicidad.
Culturalmente se ha avanzado en décadas, sólo hay que ver los anuncios de los años 60, y mensajes que, por ejemplo, relacionaban de forma clamorosa las tareas domésticas con la mujer.
Propongo que la patronal de anunciantes firme y anexione a sus marcas en un código de buenas prácticas para evitar los contenidos sexistas en la publicidad, dada su influencia sobre la sociedad y, en especial, los más jóvenes.