
Existe un claro problema entre el calendario escolar y laboral, siendo uno de los principales escollos a la conciliación.
Por citar algunos ejemplos de ambos lados:
En los colegios de Madrid, los niños como muy tarde, con extraescolares, están fuera a las 17h. A ello se suma jornada intensiva en junio y septiembre (acaban a las 15h), periodos vacacionales más extensos que los de los adultos o los periodos de adaptación de los comienzos de curso (casi dos semanas en las que acuden, en promedio, poco más de una hora al centro escolar).
Del otro lado, en la mayoría de trabajos es una quimera salir antes de las 17:30h y no hay esfuerzos de conciliación, cuando no además se dan fenómenos de arraigo cultural como el presentismo o las reuniones programadas a media tarde.
¿Cómo se acopla entonces lo personal con lo profesional? Muchos padres optan por la escuela privada por el mero hecho de que los niños pueden 'alargar' allí la jornada, en otros casos los abuelos juegan un papel crucial... ¿y quién no quiere o no puede sufragar un centro privado, carece de apoyos familiares o piensa que como progenitor es su obligación moral cuidar de sus hijos y no que lo hagan terceros?
Propongo que el Ministerio de Igualdad cree un comité de sabios que debata junto a otros ministerios afectados, la patronal y los agentes sociales, un paquete de medidas que ayuden a mitigar este problema.
Algunas posibles soluciones podrían ser que las empresas se adscribiesen a un código de buenas prácticas para adelantar la entrada y salida al trabajo, que los colegios ofertaran más actividades fuera del horario lectivo que no pudiesen cubrir los padres u ofrecer incentivos fiscales para la contratación de personas que cuiden a sus hijos.
En todo caso, y de cara al análisis de posibles opciones, creo que es síntoma de una sociedad madura y avanzada el primar por encima de otras cuestiones el interés y bienestar de los menores.