
Es una vergüenza que en pleno siglo XXI sigamos viendo que hay productos que son más caros porque están dirigidos a las mujeres.
Este tipo de cosas deberían estar reguladas por ley. Igual que un negocio debe cumplir con unas normas mínimas de higiene y salubridad, pagar por necesidades básicas de las mujeres no debería ser más caro para éstas que para los hombres.
Debería haber inspecciones periódicas que sancionen tanto al fabricante, como a los intermediarios como a los distribuidores.