
Hay profesiones elegidas mayoritariamente por mujeres: profesoras, enfermeras, asistentes sociales, terapeutas ocupacionales, auxiliares de geriatría...
Son profesionales fundamentales para la Sociedad. En sus manos está el futuro de las nuevas generaciones y la salud y el bienestar de las actuales. Sin embargo, no gozan ni del prestigio ni de la remuneración que corresponde a su transcendencia.
Debemos preguntarnos si esta circunstancia, de falta de correspondencia entre la importancia social y el prestigio, se debe, precisamente, a que son profesiones tradicionalmente femeninas; si sus, a veces, precarios salarios, son una rémora de un pasado en el que las mujeres no eran consideradas responsables del sustento familiar y, por tanto, su sueldo no se relevante.
Esto es más paradójico cuando es el Estado el principal contratador de dichas profesiones.
Por tanto propongo que se hagan campañas para prestigiar estas profesiones; que las que corresponde, como enfermeras o maestras, sean consideradas autoridad pública y se les procure un aumento salarial acorde con su importancia para la Sociedad.